Compás de rutina
Como cada mañana, Pedro cogió el autobús para ir a clase. Una rutina cotidiana convertida en monotonía gris, por los meses que llevaba acumulada.
Mismas paradas, mismos lugares, y las caras adormecidas típicas de las 7:00 a.m.
Parecía ir despistado pero en realidad iba concentrado, buscaba los detalles para terminar su tarea de composición con la que poder deslumbrar a su público: un jurado académico compuesto por profesores de la escuela.
Pero aquel día fue distinto porque al sintonizar la radio reconoció los acordes de una canción mitica. 🎶, melodía que le conectó con su pasado y le hizo esbozar una media sonrisa, para acto seguido empezar a tararear.
Todo parecía un día más, pero algo cambió en ese instante...
Una señora de mediana edad, sentada a su lado, sonrió y se unió al dúo musical.
La señora, aún canturreando, le miró y dijo con dulzura:
—Esa canción me recuerda a mi hijo. Solía cantarla antes de…
Se interrumpió, bajando la mirada con nostalgia. Pedro, sorprendido por la conexión inesperada, sintió cómo las palabras empezaban a brotar en su mente.
Cuando bajó del autobús, no solo tenía el final para su composición, sino algo más valioso: una historia real, un encuentro fortuito que lo había sacado de la rutina y le había dado una chispa de humanidad.
Días después, frente al jurado, Pedro cerró su relato con estas palabras: "A veces, la música no solo despierta recuerdos, también los crea. Aquel día no escribí un texto perfecto, pero sí uno verdadero. Gracias a una melodía compartida con una desconocida, entendí que la inspiración viaja en autobús, a las siete de la mañana."
El jurado aplaudió, conmovido. Y Pedro, por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente despierto.